DESPERTARES
Antes del desperezo que se prolonga,
de suspender la proyección onírica de
ilustres pesadillas,
antes de repasar los probables
desórdenes del día,
de verificar ausencias, de apócrifos
mensajes
en el contestador o en la atmósfera,
con este modo mío impersonal y espeso,
corroboro que nada esté en su sitio,
ni el recuento de una sola metáfora
ni una estela engañosa de besos mal
habidos
girando en el bullente caldo de la
vida.
Me agrada este desorden de mi orden,
este continuo desafiar de leyes nunca
escritas,
donde mi voluntad se estrella siempre
contra la férrea lealtad de las
consignas,
contra la imperceptible oquedad de los
silencios
donde apela, sin éxito, mi alma,
su condición efímera.




